Monólogo de la esperanza

Giovanna Chädid
2 min readJan 30, 2021

Hoy

aquí

en esta ciudad olvidada de dios

un dios con d minúscula

que no se hace presente.

Las canecas de la calle llenas

siempre llenas

cajas de cigarrillos

botellas de vidrio vacías, otras tantas a medio consumir

comida chatarra, cuánta miseria

pienso.

Al interior de este edificio

ciento cuarenta y nueve celdas blancas

de paredes blancas

tan quietas

absortas

me observan

esperando.

Es tan extraño

nos reencontramos cada tarde en esta habitación

perdidos

obnubilados por el vacío.

Doce y treinta de la mañana.

La finitud de la vida se cuela por entre las rejillas de la cocina

el ruido de las ambulancias

los llantos

los sueños perdidos

la existencia es tentación de atemporalidad.

Cruel fatiga nocturna se hace estómago que grita.

Estamos encerrados en un viejo suburbio de apartamentos de alquiler.

dormido

eso creo.

Junto a ti, la puerta de un corredor angosto.

Yo

aquí.

Después de beber treinta cervezas, cuatro vasos de Whiskey y una botella de Vodka de hace cinco años.

En la ventana miro hacia la séptima avenida

luces de carros como pequeños cometas terrestres

faroles a lo largo de la calle, y el resplandor del cielo antes de caer una tormenta eléctrica.

La luz del baño del vecino

todo quieto.

Tendríamos que salir juntos más seguido

¿no crees?

Ir al mar y adentrarnos en él sin mirar atrás.

Todo es silencio.

¿Te encuentras dormido?

Respiro y escucho el ruido pegajoso de la mañana en la gran ciudad.

Si estuvieras presente sabrías lo que quiero decir, y habrías leído las cartas que te he escrito casi a diario.

Ayer cambié las sábanas

elegí un color cálido

creí lo notarias, pero estuve equivocada.

Salgamos a caminar uno de estos días

por el laberíntico estrecho de la ciudad

observando algún atardecer inmundo lleno de muerte

con pájaros pululantes

revoloteando sobre nuestras cabezas sudorosas.

¿Qué te parece?

Mañana podríamos ir al mercado

traer frutas de colores y observarlas extasiados todo el día

luego

recostados sobre gruesos filamentos alfombristicos

nos miraríamos uno al otro por décadas, sin perder detalle.

Son las cuatro de la madrugada cariño

tengo los ojos rojos

estoy cansada y somnolienta.

Iré a dormir

ya no quiero hablarte más

estás tan callado últimamente.

Hoy al medio día es tu funeral y no he recogido tu vestido de la lavandería.

Calla amor mío.

Duerme.

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Giovanna Chädid

Escritora de ensayo filosófico, teoría cibernética, poesía y poemas en prosa cuasi ensayísticos sobre el ser y otros temas vagamente lujuriosos.